17.12.08

Las gaviotas quieren conquistar el mundo. Parte 16.

Una vaca qué?




- Igual una vez no me quedó otra…
agregó papá.
- Cómo?
- Sí, que una vez fumé esa porquería; pero no cuenta.
- Cómo que no cuenta?
- Sí, porque no tragué el humo
- Y para qué fumaste?
- Pasa que estaba con una mina, una de las veces que fui a Nueva York. Estábamos sentados tomando algo en un bar y ya estábamos los dos medios borrachos. A mi se me complicaba mucho con el idioma, pero cada whisky que me tomaba me ablandaba más la lengua. Y entonces en un momento la mina me pregunta si yo fumo y yo, para hacerme el canchero, le digo que a veces sí, pensando que hablaba de cigarrillos normales y ahí nomás sacó un cigarrillo de droga de su cartera…
- Un cigarrillo de droga?
pregunté conteniendo la risa
- Sí, un porro…
- Ajá… Y?
- Y nada, que ahí nomás lo prendió y yo no me animé a decirle que en realidad yo pensaba que se refería a los cigarrillos normales. Le pegó varias pitadas y después me lo pasó. Le di una sola seca y se lo devolví; guardé todo el humo en mi boca y garganta y apenas miró para el otro lado, lo largué y entonces…

Papá seguía hablando pero yo ya no lo escuchaba. No quería saber como había terminado la historia. Recordé que todas las veces que había ido a Estados Unidos, todavía estaba casado.
Ya no me dieron muchas ganas de seguir hablando así que decidí ir directamente al tema por el que lo había llamado.


- Y vos qué decis que haga con esta mina, viejo? Me gusta mucho pero está en otra… Según ella no quiere volver a verlo al novio pero no sé; es muy rara… Está sola acá en España, la quiero ayudar; quiero que se enganche conmigo. El novio le pega viejo, le pega...

Papá me escuchaba sin comentar. No sé si realmente estaba prestando atención a lo que le decía o es que seguía leyendo un artículo sobre la utópica restauración de la democracia en Irak en el suplemento Enfoques de La Nación.


- Me estás escuchando papá?
- Claro que sí.
- Ah, como no me decís nada…
- Es que, hijo, lamento decirte que no te digo nada porque en estos momentos no hay nada que se pueda hacer. Es como si a una palomita de la virgen le hubieran dado un hondazo…

Palomita de la virgen. Mi papá es una de esas personas que cuando va al campo se la pasa mirando para arriba y puede descifrar, tan sólo con la silueta o el canto, el nombre de cada pájaro. Tiene un libro que se llama “Las 1001 Aves de Argentina”. Uno de las primeras veces que el juez del divorcio autorizó a que yo pasara todo el fin de semana con él, me llevó a la casa de campo. Sólo nosotros dos. Mis hermanos aún todavía estaban muy dolidos, no lo querían ver; lo culpaban a él por la separación. Yo también, pero al mismo tiempo me daba mucha lástima verlo sentirse tan culpable. Era la primera vez que íbamos solos al campo, y obviamente el clima era muy distinto a como había sido siempre que íbamos los cinco. A la noche la cosa se puso más incómoda todavía porque estábamos los dos sentados a la mesa, casi sin hablar, con el ruido del sol de noche como único sonido ambiente. El se dio cuenta de lo mal que la estaba pasando y entonces me dijo:

- Te desafío a un juego!

Yo tenía que elegir cualquier pájaro del libro, tapar su nombre, mostrarle la ilustración y él adivinaría que ave era. Le pegaba a todos. Lo que más me molestaba es que después de que yo le decía que sí, que había adivinado, hacía comentarios del tipo “esos hay sólo en el litoral, sobre todo en Corrientes” o “este pájaro en particular es vital para el ecosistema cuyano porque se alimenta a base de víboras y ratones que, a su vez, se alimentan de uvas”. Todavía me acordaba de algunos pájaros del libro: el sietecolores, la calandria, la urraca, el quinto b o bicho-feo; pero no de la palomita de la virgen. Tampoco de las gaviotas. Estaba convencido de que nunca le había hecho adivinar esa paloma a papá, por lo que no podía hacerme una imagen gráfica del bicho. Me imaginé una paloma con un mini disfraz de monja; no pude evitar reírme.

- Vos reite nomás pendejo, pero escuchalo a tu papá que de esto algo sabe. Es como te dije, esa tana es como una palomita de la virgen que la han cascoteado. No hay que intentar hacerla volar porque aun está dolida y puede ser peor. Hay que esperar que, con el tiempo, se reponga sola...
- Se reponga sola…
repetí sin poderme quitar de la cabeza la imagen de la paloma-monja.
- Sí, sola hijo… Y sola volverá a volar, recién cuando esté lista…
- Recién cuando esté lista…
- Vos me estás tomando el pelo, pendejo?
- No, por?
- Porque no hacés más que repetir lo que digo.
- No viejo, es para mentalizarlo… Che, y si vuelve con el novio, que hago?
- Mmm… Y nada Juan, si hace eso es que es una vaca alambrera…

Mi papá y sus alegorías rurales.


- Una vaca qué?
- Alambrera hijo, una vaca alambrera.
- Y qué se supone que es eso?
- A veces, en los ganados, hay algunas vacas que no se sabe bien por qué, les gusta escaparse del grupo; cruzan el alambrado, aunque sea de púa. Los peones le suelen colgar largos palos del cuello para que se enganchen en el alambre y no puedan cruzar, pero no hay caso. Son alambreras y siempre, como sea, se escapan. Vaca alambrera, muere alambrera..
- Pero como lo cruzan, no se enriedan con el palo?
- Nadie sabe como hacen, parece que toman carrera y lo saltan.
- Que bárbaro… Che, y cuál es la relación de Caterina con la vaca alambrera?
- Eso, que por más esfuerzos que hagas, la vaca alambrera, muere alambrera.
- Ajá… No puede cambiar?
- No Juan, las vacas no cambian, la gente tampoco, y mucho menos las minas.
- Claro…
- …
- ….
- Che, cómo anda mi primo Huguito? Esta ahí? Me pasás con él así lo saludo?

Miré a mi tío. Seguía durmiendo abrazando la almohada, de costado. En la parte del colchón que estaba junto a su boca abierta, había una mancha de baba con la forma de Brasil. Una de las pocas cosas que sé de mi tío después que se fue de Argentina es que apenas llegó a España se había casado con Marilia, una odontóloga de Porto Alegre que también pensaba que su vida iba a ser mejor en Madrid. Una tarde me contó que se habían separado después de medio año porque no tenían sexo. Me confesó que eso era culpa suya pero no es que fuera impotente sino que no se sentía atraído para nada hacia ella. Le pregunté para que se había casado entonces y me dijo que porque ella había estudiado, era una profesional y pensaba que eso le iba a simplificar la vida.


- Está durmiendo Papá, acá son las cinco de la mañana.
- Ah… y qué hacés despierto a esa hora?
- Te mando un beso viejo, que andes bien….




10.12.08

Las gaviotas quieren conquistar el mundo. Parte 15.

Vos alguna vez probaste?

Al Ken



A las cuatro de la mañana me despertó mi celular. Mi tío también se había dormido y la televisión había quedado prendida. Pasaban infomerciales. Uno de didi seven; una pomada milagrosa que limpiaba cualquier tipo de superficie, lo que fuera. Un sillón con caca de perro, las manos llenas de pintura, la tinta de una lapicera azul explotada en el bolsillo de una camisa verde clarita. Una vez el Ken, mi primer perro, se hizo caca sobre el sofá del living. Yo tenía tres años y me pasaba el día entero en el patio jugando con el perro. Por lo general no entraba a la casa pero una vez, jugando, yo lo hice entrar y pasó lo del sillón. Mi papá le pegó tanto que nunca más volvió a entrar a la casa. Aunque lo llamaran desde adentro, él se frenaba en cuanto llegaba al marco de la puerta y ahí se anclaba, estoico. A pesar de respetarlo más que a nadie en la familia, se notaba que le había perdido el amor a papá. Cuando mi mamá, mis hermanos o yo lo llamábamos, movía la cola. En cambio cuando papá lo hacía, agachaba las orejas y se acercaba cabizbajo, como si el incidente de la caca hubiera sucedido hace minutos.

- Le parecen horas de llamar, señorita?

Caterina intentaba decirme algo, pero unos desesperados sollozos me impedían entenderle
Cate, calmate. Decime que te pasa por favor, no me asustes…

- Juan, he litigado con mi novio, me ha pegado…


Efectivamente tenía novio entonces. Deduje que a eso se había ido a Santander, a visitarlo a él que era de esa ciudad. O capaz no, capaz sí era italiano y sí se llamaba Gianluca y habían decidido encontrarse en Santander porque a él le salía más barato volar ahí desde Italia y no a Madrid. Y entonces habían pensado que ninguno de los dos conocía esa ciudad y que era una buena oportunidad para hacerlo juntos, para pasar el fin de semana acostados en alguna playa, cambiar el mar mediterráneo por el cantábrico. Se me ocurrió preguntarle si se llamaba Gianluca pero en vez de eso dije:

- Cómo que te pegó?!
- Sí, estaba borracho, o colocado con keta. Volvió de una fiesta y yo estaba dormida. Abrió mi móvil y se puso a revisar mis mensajes. Encontró los tuyos.
- Pero si yo no te mandé nada…
- Los de la semana pasada…
- Es un imbécil! Y qué fue lo que te hizo?
- Me insultó, me tiró el móvil en la cabeza, me pegó dos cachetadas; luego se fue…
- Adonde?

- No sé Juan, no sé! Cómo voy a saberlo, estaba enfurecido, se fue corriendo. No quiero verle más. Quiero volver a Madrid contigo, ahora.


No sabía que decirle así que le pedí que se tranquilizara; le dije que todo saldría bien, que se durmiera y que mañana se volviera en el primer bus a Madrid. Me pidió disculpas por llamarme y yo le dije que no fuera estúpida, que me volviera a llamar si lo necesitaba, que allí estaba yo.

- Acá estoy Cate, para lo que sea, a la hora que sea..

Me agradeció y cortamos. En la tele seguían demostrando porque didi seven era el mejor limpiador del mundo. Me había despabilado. Mi tío roncaba y abrazaba una almohada. Me lo imaginé de chico, durmiendo al lado de su primo, mi papá. Miré el reloj. Casi las cinco de la mañana. En Argentina pronto serían las nueve. Decidí llamar a mi casa en Córdoba. Era domingo y papá seguramente leía el diario mientras se tomaba unos mates, todavía sin levantarse de la cama.

Mi papá se toma tres pavas de mate por mañana. Yo todavía tomaba la leche en mamadera cuando me hizo probar por primera vez. Mi mamá no lo dejaba porque decía que me iba a quemar con la bombilla y una vez que estábamos en el campo y mamá se había ido a buscar huevos con mis hermanos, mi papá me llamó y dijo:


- Dale Juan, ahora que no está tu mamá; vení tomate un mate!

Y yo fui corriendo y me prendí de la bombilla como si fuera la teta de mi mamá, más por el hecho de hacer algo prohibido que por la intriga que me podía llegar a generar el sabor que tendría el mate en sí. A veces se hace el gracioso y dice que el mate es la mejor droga que hay, que si en Holanda conocieran la yerba mate, la marihuana no hubiera prosperado. Lo he escuchado tantas veces a ese estúpido chiste que cada vez que una conversación se aproxima al tema, ya sea a través de la droga o la infusión, ya empiezo a sufrir al saber que, tarde o temprano, llegará esa pésima broma. El teléfono sonó tres veces antes que escuchara la voz gruesa de papá. Hablamos un par de giladas y me notó que estaba medio bajoneado.

- Me parece que a vos te andan haciendo falta unos buenos amargos…

- Ah?

- Sí Juan. El mate es la mejor terapia contra la nostalgia.

- Pero si yo no estoy nostálgico papá, al menos no todavía; acabo de llegar a Madrid...

- Bueno igual, el mate tiene mateína que es un estimulante natural, similar a la cafeína. El mate es la mejor droga que hay; si en Holanda…


No podía creerlo. Hice como si tuviera párpados en las orejas y pasé toda la información de entrada a los ojos. Como si yo fuera un equipo de música y me hubieran movida la perilla con la que se pasa de radio a cd. En el infomercial mostraban como una señora venía caminando de la cocina hacia la mesa del comedor donde toda la familia la esperaba ansiosa para almorzar y de repente se tropezaba con un autito de juguete de los nenes y caía al piso, ella y la fuente. Todos los sorrentinos, panzotis o lo que poronga fuera que tenía tanta salsa de tomate, desparramados en el suelo. Ahí nomás aparecía el bronceado presentador, ponía tres choricitos de didi seven sobre la alfombra y comenzaba a frotar con un cepillo. La salsa de tomate parecía evaporarse. Poner alfombra en el comedor, vaya familia pelotuda pensaba, mientras mi viejo concluía su teoría sobre que hubiera pasado en Ámsterdam si los holandeses conocieran nuestra yerba.


- Cómo podés decir semejante pelotudez si en tu vida probaste ni una seca de porro…

era lo que me moría de ganas de decirle, pero no me animé.
- Che viejo, vos alguna vez probaste?
- Cómo?
- Eso, si probaste marihuana…
- Y… Oportunidades tuve, pero siempre dije que no. Dicen que podés perder el control de vos mismo y no me interesa para nada sentir eso. El turco Libidinoff fumaba mucho de esa porquería y vos viste como está…

El turco Libidinoff era un pintor amigo de mi viejo. Había cursado con mi papá el secundario y de vez en cuando él le compraba algunos cuadros. Vivía en Nono, en una cabaña de madera al lado de un arroyo. El turco tenía un estilo más bien abstracto y mi papa siempre le insistía que si quería vivir de la pintura tenía que dedicarse a los paisajes realistas. Que con semejante entorno debía aprovechar. El turco lo escuchaba, pero no parecía convencerse mucho de los consejos comerciales de mi papá. Una vez le dijo:
- Para qué mierda voy a pintar las sierras si eso lo pueden ver todos, yo prefiero plasmar cosas que no se pueden ver...
y mi papá nunca más lo jodió con ese tema. Cada vez que íbamos a San Luis a visitar a mis tíos, pasábamos a saludarlo. El había hecho casi todos los muebles de su casa. Siempre tenía un montón de perros, cada vez que lo visitábamos había uno nuevo. El turco los dejaba estar adentro de su casa, a sus anchas. Un día le pregunté si nunca le habían hecho caca en el sillón y me contestó que esos perros habían sido criados a base de puro amor, que era imposible que eso sucediera.



5.12.08

Las gaviotas quieren conquistar el mundo. Parte 14.


Qué hay en Santander?

al Colo y Vero




Me desperté pensando en el sueño. Me dieron ganas de escuchar Led Zeppelín, hacía mucho que no lo hacía. Aún así pensé que era raro lo que me pasaba con esa banda; que a pesar de reconocer su incuestionable influencia en la historia del rock, no podía escuchar un disco entero. Pensé que tal vez a los miembros de Supertramp les pasaba lo mismo y por eso hacían la música que hacían, la que le gustaba a los gatos de Caterina.


También pensé que esa llamada a su celular la noche anterior había cambiado las cosas y que lo que menos quería era meterme en quilombos al pedo. Sin levantarme de la cama me estiré hasta alcanzar la notebook y busqué, en vano, “Starway to Heaven”. Puse un disco de Stone Roses y me levanté. Mientras calentaba el café recordaba fragmentos del sueño. Navarro Montoya, el padre de Caterina, vestido de traje, persignándose con los guantes de arquero puestos. Me reía solo. Mientras me sentaba a tomar el café me pensé que capaz era mejor dejar todo ahí; que ya era hora de buscarme un laburo, de dejar de hacerme el Joaquín Sabina por las calles de Madrid.

Decidí concentrarme en la búsqueda de trabajo entonces; tenías ganas de conocer más gente y eso también me ayudaría a sacarme de la cabeza a esta italiana de una buena vez. Ya hacía más de dos semanas que había llegado a España y desde Córdoba ya me empezaban a preguntar que onda el laburo. Mandé mi currículum a cuanta oferta laboral de periodismo, publicidad, marketing o comunicación institucional hubiera en todo el territorio español. Me inscribía en ofertas en Valencia, Pamplona, La Coruña, Barcelona, hasta una en Canarias. Me pasaba los días en un cyber a la vuelta de mi departamento. Tenía cuatro versiones de mi currículum, adaptado para diferentes puestos. Los trabajos en comunicación eran pocos y los flamantes egresados en periodismo, muchos.


Lo que sí había eran ofertas en hotelería, gastronomía, tiendas, call centers; de éstas había miles. En el asado de despedida que me hizo mi familia me había acercado a la parrilla mientras mi hermano trenzaba los chinchulines. Lo miraba cada vez que lo hacía, pero nunca lograba aprender la técnica.

- Teneme acá porfa…
- Adonde?
- Acá en la punta, que sino se escapa todo el relleno.
- Qué relleno, boludo? eso es mierda, pasa que todavía no llegó al culo.
- Bien que te gusta, pajero…

Los dos nos reímos y después hubo un silencio un poco incómodo. En la casa se escuchaban los gritos de mis sobrinos jugando a las escondidas y al lado nuestro explotaban algunas chispas en el fuego.

- No sé para que te vas a España, la verdad… o sea, todo bien, respeto tu decisión, pero no la comparto. Si acá tenés todo…
- Ya te lo expliqué, man… No me voy buscando algo que no tenga acá, simplemente tengo ganas de conocer otras cosas, otra gente, otros lugares....
- Y qué vas a hacer allá? de qué vas a laburar?
- No sé, me acabo de recibir… Vos sos licenciado en administración de empresas, no? Bueno, yo en ciencias de la comunicación. Algo tengo que enganchar…
- Vas a ver que allá vas a hacer lo que no querés hacer acá y eso… eso es injusto con tu país y, más que nada, con vos mismo. Vas a terminar lavando copas o en un call center, vas a ver…

Era demasiado temprano para darle la razón a mi hermano. Me negaba a clickear en las decenas de ofertas que entraban en mi casilla: “auxiliar de gastronomía”, “operador para telemarketing”. Todavía era optimista; si hasta me había llevado en la valija, el diploma universitario original -homologado por la cancillería- que certificaba mi licenciatura.

Salía del cyber de mandar un mail para un puesto de redactor de música y cine para un importante portal web cuando empezó a vibrar mi celular en el bolsillo. Me ilusioné. Podía ser que mi currículum les gustase tanto que me llamaban tan rápido para la entrevista personal? Tosí forzadamente para aclarar mi garganta mientras abría mi celular. Caterina calling. Porqué decía “calling” si el el menú del celular estaba configurado en español. Estaba seguro de eso, 100%. Nunca había visto ni una palabra en inglés en el display. En España se traduce todo. El “Puerto Azul” por Bluetooth me parecía el ejemplo más gráfico, y cómico. Dije hola, entre disimuladas risas.

- Pero vaya, que contento estás tío, que bueno oírte así. Con quién estás?
- Jeje, estoy solo.
- Solo? Y de qué te ríes?
- Del Puerto Azul…
- Pero de qué puerto me estás hablando?
- Nada, nada… Qué hacés?

Mientras me sentaba en las escaleras del cyber, me contó que estaba arriba de un bus, rumbo a Santander. Me acordé del bajista de Metallica, el cable de la grúa cortándose, el ómnibus volviendo a caer sobre su cuerpo.

- ¿Santander? ¿Qué hay en Santander?
- Todavía no lo sé... espero averiguarlo al llegar. Y tú qué? No tienes planes para el fin de semana?

Como no trabajaba no me había dado cuenta que era viernes.

- Yo me voy a Barcelona…

No sé porque dije eso. Se me cruzó por la cabeza y lo dije, automáticamente, sin someterlo a un análisis. Esa mañana había visto un aviso para un puesto como ayudante de producción en una agencia de publicidad en Barcelona y había mandado mi currículum, como 489 personas más.

- ¿A Barcelona? ¿A vivir?
- Quizás… me han ofrecido un puesto de productor en una agencia de publicidad allá y lo estoy considerando. Igual sería el mes que viene, pero primero quiero conocer la ciudad. No sé si tengo muchas ganas de irme de Madrid todavía, pero al mismo tiempo me ilusiona la idea de vivir junto al mar...
- Claro, te entiendo. Salúdalo de mi parte, quieres?
- Que lo salude? Al mar?
- Sí, de mi parte. .
- Pero vos también lo podés saludar, en Santander hay playa.
- Pero es el Cantábrico, no es lo mismo que el Mediterráneo, mi mar.
- Tu mar?
- Sí. Mío. Salúdalo, vale?
- Dale.
- Y no te quedes mucho tiempo allí que Barcelona es la ostia y no vas a querer regresar. Yo vuelvo el lunes y te llamo…

Me despedí lo menos efusivamente posible y guardé el teléfono en mi bolsillo. Me paré y miré al cielo. Nubes oscuras cubrían casi todo, pero no estaba seguro si eran de lluvia o estaban oscuras porque ya era casi de noche. Decidí ir a casa a ver alguna película en la tele con mi tío. En Antena 3 pasaban “Caballos Salvajes”. A mi tío le encanta ver películas argentinas, se emociona mucho. A veces se hace el boludo pero yo me doy cuenta que llora. En el programa que la pasaban la presentaron como “un hito en el cine argentino de los noventa”. Me quedé dormido antes que Alterio gritara en el acantilado eso tan cursi sobre la vida.




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2.12.08

nicanor + gaviotas


escarbando en viejos posts del blog me vengo a encontrar con que los copados de la voz del interior han desactivado el link del diario donde estaba "nicanor", el cuento que me publicaron el año pasado. que gauchitos... por ello ahora lo albergo acá.

por otro lado, últimamente me he encontrado con algunas personas que, para mi gran sorpresa, me han dicho cosas como:
a. man, no podés dejar "las gaviotas quieren conquistar el mundo" ahí!
b. che culiado, qué mierda pasó con navarro montoya, el dálmata, el puma rodriguez, supertramp?
c. y? te la cogiste a la tana o no al final?
d. sos homosexual?
e. copate con un pesito pa la bisha, loco.

Agradezco enormemente a esta gente que me ha envalentonado a continuar con la historia, así que en breve el capítulo 14. Para los que no tengan idea de que poronga hablo, los capítulos anteriores acá.

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1.12.08

se pudo clonar




Hola Juan Cruz, Bueno acá va mi devolución:

Vamos a empezar por los puntos positivos que quisiera destacar ya que a una crítica constructiva pretendo llegar, no me interesa la huevada.
Primero que nada me pareción un evento GRACIOSO. Me reí en varios momentos, con el Barney flaco, con la vieja con la remera de "me Cojo a mi nieto", con la oveja, con el castillo inflable, con el fotógrafo y la remera de "soy pajero", con el loco que repartía chupetines con la remera de "fundación pro-pete". Ke se yo hubo momentos , la risa era también interna , no catártica, pero daba gracia por supuesto. Y de no haber sido por el Calor del orto me hubiera reido más de mi misma por girar al son de la canción de los pitufos.

No sólo me pareció copado el evento por la gracia, sino por que en algún punto nos hizo un eco creo que, a cada uno en lo que nos parece insólito o en aquello con lo que nos sentimos identificados y que en algún punto lo consideramos enfermedad, es como que al verlo ahí expresado publicamente , quizás no deja de ser aberrante, pero comienza a ser "común". A mí por ejemplo me gustó la remera que no me acuerdo que decía casualmente porque me reflejó mi conducta y era sobre la afición a los niños, jajaja. Y bueno a mí no me gustan los niños propiamente dicho, pero si los hombre mucho menores a mí, unos 10 años por ejemplo, y me gustan realmente, soy capaz de enamorarme y el sexo ha sido el mejor, por algo es, ke se yo. Y el Eco adentro está bueno.

Por otra parte me gustó el despliegue de colores y juventud. Y el tono NO SOLEMNE que tuvo el evento, lo que lo hace participativo y común al vulgo. El arte tiene que bajar a lo cotidiano y a lo simple, a los humanos comunes, hay que demitificarlo también porque es una práctica a mi entender curativa y el tono de solemnidad que le dan los vernisages, los grandes teatros, ni hablar de los museos o las competencias nos aleja de él.

Bueno y lo que no me gustó fue que se notó que había demasiada gente preparada con el propósito de asistir al remate de cada remera, supongo que la intención es que el evento se hiciera de todas formas más allá de la cantidad de gente que asistiera a pesar del Calor infernal, pero para la próxima pronóstico en mano, jaja. No, ke se yo, me hubiera gustado más gente de la ciudad y no tantos amigos de los gestores del proyecto, sólo porque pierde la gracias, ke se yo , es un punto de vista. Sólo eso, me parece que la intervención urbana tiene que lidiar con el público incierto, con el ajeno. Y eso la enriquece más.

Y por último y esto va para vos Juan cruz, no más máscaras, no me gusta no haber podido responder con mi mirada al unico que yo conocía que estaba como gestor del proyecto. Hay que hacerse cargo de lo que te muestren los ojos del otro, pero que el otro sepa que le estás recibiendo ese reflejo!!

Gracias Pau.