10.12.08

Las gaviotas quieren conquistar el mundo. Parte 15.

Vos alguna vez probaste?

Al Ken



A las cuatro de la mañana me despertó mi celular. Mi tío también se había dormido y la televisión había quedado prendida. Pasaban infomerciales. Uno de didi seven; una pomada milagrosa que limpiaba cualquier tipo de superficie, lo que fuera. Un sillón con caca de perro, las manos llenas de pintura, la tinta de una lapicera azul explotada en el bolsillo de una camisa verde clarita. Una vez el Ken, mi primer perro, se hizo caca sobre el sofá del living. Yo tenía tres años y me pasaba el día entero en el patio jugando con el perro. Por lo general no entraba a la casa pero una vez, jugando, yo lo hice entrar y pasó lo del sillón. Mi papá le pegó tanto que nunca más volvió a entrar a la casa. Aunque lo llamaran desde adentro, él se frenaba en cuanto llegaba al marco de la puerta y ahí se anclaba, estoico. A pesar de respetarlo más que a nadie en la familia, se notaba que le había perdido el amor a papá. Cuando mi mamá, mis hermanos o yo lo llamábamos, movía la cola. En cambio cuando papá lo hacía, agachaba las orejas y se acercaba cabizbajo, como si el incidente de la caca hubiera sucedido hace minutos.

- Le parecen horas de llamar, señorita?

Caterina intentaba decirme algo, pero unos desesperados sollozos me impedían entenderle
Cate, calmate. Decime que te pasa por favor, no me asustes…

- Juan, he litigado con mi novio, me ha pegado…


Efectivamente tenía novio entonces. Deduje que a eso se había ido a Santander, a visitarlo a él que era de esa ciudad. O capaz no, capaz sí era italiano y sí se llamaba Gianluca y habían decidido encontrarse en Santander porque a él le salía más barato volar ahí desde Italia y no a Madrid. Y entonces habían pensado que ninguno de los dos conocía esa ciudad y que era una buena oportunidad para hacerlo juntos, para pasar el fin de semana acostados en alguna playa, cambiar el mar mediterráneo por el cantábrico. Se me ocurrió preguntarle si se llamaba Gianluca pero en vez de eso dije:

- Cómo que te pegó?!
- Sí, estaba borracho, o colocado con keta. Volvió de una fiesta y yo estaba dormida. Abrió mi móvil y se puso a revisar mis mensajes. Encontró los tuyos.
- Pero si yo no te mandé nada…
- Los de la semana pasada…
- Es un imbécil! Y qué fue lo que te hizo?
- Me insultó, me tiró el móvil en la cabeza, me pegó dos cachetadas; luego se fue…
- Adonde?

- No sé Juan, no sé! Cómo voy a saberlo, estaba enfurecido, se fue corriendo. No quiero verle más. Quiero volver a Madrid contigo, ahora.


No sabía que decirle así que le pedí que se tranquilizara; le dije que todo saldría bien, que se durmiera y que mañana se volviera en el primer bus a Madrid. Me pidió disculpas por llamarme y yo le dije que no fuera estúpida, que me volviera a llamar si lo necesitaba, que allí estaba yo.

- Acá estoy Cate, para lo que sea, a la hora que sea..

Me agradeció y cortamos. En la tele seguían demostrando porque didi seven era el mejor limpiador del mundo. Me había despabilado. Mi tío roncaba y abrazaba una almohada. Me lo imaginé de chico, durmiendo al lado de su primo, mi papá. Miré el reloj. Casi las cinco de la mañana. En Argentina pronto serían las nueve. Decidí llamar a mi casa en Córdoba. Era domingo y papá seguramente leía el diario mientras se tomaba unos mates, todavía sin levantarse de la cama.

Mi papá se toma tres pavas de mate por mañana. Yo todavía tomaba la leche en mamadera cuando me hizo probar por primera vez. Mi mamá no lo dejaba porque decía que me iba a quemar con la bombilla y una vez que estábamos en el campo y mamá se había ido a buscar huevos con mis hermanos, mi papá me llamó y dijo:


- Dale Juan, ahora que no está tu mamá; vení tomate un mate!

Y yo fui corriendo y me prendí de la bombilla como si fuera la teta de mi mamá, más por el hecho de hacer algo prohibido que por la intriga que me podía llegar a generar el sabor que tendría el mate en sí. A veces se hace el gracioso y dice que el mate es la mejor droga que hay, que si en Holanda conocieran la yerba mate, la marihuana no hubiera prosperado. Lo he escuchado tantas veces a ese estúpido chiste que cada vez que una conversación se aproxima al tema, ya sea a través de la droga o la infusión, ya empiezo a sufrir al saber que, tarde o temprano, llegará esa pésima broma. El teléfono sonó tres veces antes que escuchara la voz gruesa de papá. Hablamos un par de giladas y me notó que estaba medio bajoneado.

- Me parece que a vos te andan haciendo falta unos buenos amargos…

- Ah?

- Sí Juan. El mate es la mejor terapia contra la nostalgia.

- Pero si yo no estoy nostálgico papá, al menos no todavía; acabo de llegar a Madrid...

- Bueno igual, el mate tiene mateína que es un estimulante natural, similar a la cafeína. El mate es la mejor droga que hay; si en Holanda…


No podía creerlo. Hice como si tuviera párpados en las orejas y pasé toda la información de entrada a los ojos. Como si yo fuera un equipo de música y me hubieran movida la perilla con la que se pasa de radio a cd. En el infomercial mostraban como una señora venía caminando de la cocina hacia la mesa del comedor donde toda la familia la esperaba ansiosa para almorzar y de repente se tropezaba con un autito de juguete de los nenes y caía al piso, ella y la fuente. Todos los sorrentinos, panzotis o lo que poronga fuera que tenía tanta salsa de tomate, desparramados en el suelo. Ahí nomás aparecía el bronceado presentador, ponía tres choricitos de didi seven sobre la alfombra y comenzaba a frotar con un cepillo. La salsa de tomate parecía evaporarse. Poner alfombra en el comedor, vaya familia pelotuda pensaba, mientras mi viejo concluía su teoría sobre que hubiera pasado en Ámsterdam si los holandeses conocieran nuestra yerba.


- Cómo podés decir semejante pelotudez si en tu vida probaste ni una seca de porro…

era lo que me moría de ganas de decirle, pero no me animé.
- Che viejo, vos alguna vez probaste?
- Cómo?
- Eso, si probaste marihuana…
- Y… Oportunidades tuve, pero siempre dije que no. Dicen que podés perder el control de vos mismo y no me interesa para nada sentir eso. El turco Libidinoff fumaba mucho de esa porquería y vos viste como está…

El turco Libidinoff era un pintor amigo de mi viejo. Había cursado con mi papá el secundario y de vez en cuando él le compraba algunos cuadros. Vivía en Nono, en una cabaña de madera al lado de un arroyo. El turco tenía un estilo más bien abstracto y mi papa siempre le insistía que si quería vivir de la pintura tenía que dedicarse a los paisajes realistas. Que con semejante entorno debía aprovechar. El turco lo escuchaba, pero no parecía convencerse mucho de los consejos comerciales de mi papá. Una vez le dijo:
- Para qué mierda voy a pintar las sierras si eso lo pueden ver todos, yo prefiero plasmar cosas que no se pueden ver...
y mi papá nunca más lo jodió con ese tema. Cada vez que íbamos a San Luis a visitar a mis tíos, pasábamos a saludarlo. El había hecho casi todos los muebles de su casa. Siempre tenía un montón de perros, cada vez que lo visitábamos había uno nuevo. El turco los dejaba estar adentro de su casa, a sus anchas. Un día le pregunté si nunca le habían hecho caca en el sillón y me contestó que esos perros habían sido criados a base de puro amor, que era imposible que eso sucediera.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno lo que escribís. Bien por retomar.

-el cuento Buen Día me puso la piel de gallina.

Caro dijo...

Hay kru! Ami! Como te quiero!!!! Mucho! Me encanta como escribis, extrañaba leerte...
aca va todo mi amor para vos, con fuerza, cruzando la cordillera.

marcos dijo...

Che noté que se pusieron violentas las gaviotas. Creo que me gustaba más cuando ponías las barrabasadas más espaciadas, más impredecibles. En este cap como que hay una ristra de palabras violentas que me sacaron del ambiente colgado, contemplativo, reactivo del personaje. Igual seguis siendo lo más chabón, me hacés reír con lo que escribís, y eso me pasa muy poco.