2.4.08

Las gaviotas quieren conquistar el mundo. Parte 4.


Sabías que ahí se casó el príncipe?

a Diego Alonso



A los cinco minutos tosía como cuando me agarró bronquitis en cuarto grado y estuve dos semanas sin ir al colegio. En la hora de lenguaje, la maestra aprovechó mi situación y dio como consigna de redacción que todos mis compañeros me escribieran una carta, deseando mi mejoría. Las cartas me las acercó el profesor de gimnasia que vivía a dos cuadras de casa. Lo atendió mamá y él le dio las 32 cartas en un gran sobre papel madera. Le preguntó a mamá como estaba yo y ella le contestó que mejor, que si dios quería la próxima semana ya me reincorporaba a la escuela. Como la consigna era con nota, todos me habían escrito; mis amigos, las chicas que me gustaban, un tal José que yo no conocía. Después me enteré que había entrado al colegio durante mi reposo y que la maestra le había dicho:

- Sí, vos también, José.
- Pero seño, si yo no lo conozco…
- Ley pareja para todos, Josecito. Imaginá que es un gran amigo tuyo.

La carta decía así:

Juan:

Bueno, yo no te conozco todavía así que no sé mucho qué decir pero la maestra me dijo que era una tarea con nota así que te tengo que escribir sí o si. El Seba me contó que estás enfermo, que no te podés levantar de la cama ni jugar al fútbol. Eso debe ser re feo pero también está bueno. Yo cuando me enfermo me gusta porque tomo mucha Seven Up. Mamá siempre me compra una botella grande y la pone al lado de mi cama para que tome todo lo que quiera; dice que hace bien, que tengo que tomar mucho líquido. A vos qué te gusta más la Seven o la Coca? Yo la verdad que prefiero la Coca pero bueno, una vez que tenía mucha fiebre le pedí Coca a mamá y me dijo que no, que tenía que tomar Seven o Sprite. Yo no entiendo cual es la diferencia, capaz que sea porque la Seven es más transparente o tiene más gusto a limón.

Cuando vuelvas capaz podemos ser amigos. Yo acá todavía no tengo amigos-amigos, nomás el Seba pero porque a él ya lo conocía de antes porque vive a la vuelta de casa y siempre jugamos a la pelota en el baldío de la esquina. Yo soy re buen arquero. Me dijo el Seba que vos también atajás así que eso está bueno porque nunca tuve un amigo arquero. Los chicos siempre se me ríen cuando les digo que soy arquero, que quiero ir al arco. Todavía no sé salir a cortar muy bien en los corners pero estoy aprendiendo. Vos sabés salir bien? Si sabés me podés enseñar y yo te enseño a como adivinar adonde te van a patear el penal. Mi tío, que fue arquero de la reserva de Platense, me la contó. No te la puedo decir acá en la carta porque por ahí la lee el profe de gimnasia o tu mamá. Y, cuando me lo enseñó mi tío me dijo que tuviera mucho cuidado, que cuidara el secreto, que no se lo dijera a nadie de nadie. Salvo a otro arquero, y no a cualquier arquero sino a uno que fuera amigo.

Vos sos zurdo o derecho? Yo soy re derecho. Se me nota en los guantes! Mi tío me regaló unos guantes que él usaba, que hasta tienen el escudo de platense y todo y aunque me quedan un poco grandes se nota que el derecho está mucho más gastado que el izquierdo. Pero muchísimo! Viste que en la parte de adentro los guantes tienen como unos pupitos? Bueno, en el de la mano derecha ya casi no hay! O sea, se gastaron de tanto usarlos y mirá que mi tío me los regaló casi nuevos. Me dijo que los usó sólo en un partido contra la reserva de Lanús y que en ese partido saltó a cortar un centro llovido muy cerrado y se pegó con la cabeza en el palo y se hizo bolsa. Tuvieron que hacerle no sé cuantos puntos y no pudo jugar por dos meses. Cuando ya estaba listo para volver, su suplente estaba jugando re bien así que no lo cambiaron y desde ahí ya nunca más fue titular. Como no lo usaban se lo dieron a préstamo a Huracán pero ahí también fue suplente. Se pasó toda un campeonato sin jugar y después abandonó el fútbol para siempre-siempre. Y él siempre dice que todo fue culpa de ese partido contra lanús en el que se chocó contra el palo y que ese día usaba esos guantes, entonces no los quiso más. Dice que están manchados con sangre pero yo no le vi nunca ninguna gota, estaban casi nuevos cuando me los regaló; pero ahora no, bah el izquierdo sí, todavía le quedan un montonaso de pupitos.

Mi tío siempre dice que el problema en el fútbol argentino es que no hay suficientes penales. Dice que todos los empates deberían definirse por penales, siempre. Aunque sea el primer partido del campeonato, si es empate, paf, ahí nomás a penales. Cinco para cada uno, como en las definiciones del mundial. Dice que así el fútbol sería mucho más divertido y las familias volverían a las canchas. Yo creo que él lo dice por su truco, porque si hubiera penales en todos los empates, a él le hubiera ido mucho mejor por su truco que es el que yo también sé porque me lo contó él y me dijo que no se lo contara a nadie, salvo a otro arquero y no a cualquier arquero. Cuando me dijo esto yo le pregunté a mi tío que por qué me lo contaba a mí, que yo sí era arquero pero era su sobrino y él me dijo que nunca había tenido un amigo arquero. Que siempre se había llevado re mal con sus suplentes y hasta con los terceros arqueros. Y que aparte de ser sobrino el me consideraba también un amigo porque él no tenía muchos amigos porque no le hacían falta. Que para eso lo tenía a Roberto Carlos, su perro, un ovejero alemán. Decía que cuanto más conocía a la gente más quería a Roberto Carlos. Pero Roberto Carlos es un perro y re lindo y divertido pero no es un arquero, como yo. Por eso me eligió a mí para pasarme el secreto de cómo adivinar adonde te la van a patear en los penales y ese secreto te lo puedo pasar a vos si vos me enseñás como salir a cortar los centros. Mi papá dice que es porque soy un cagón y que es porque tengo miedo a que me pase lo mismo que a su hermano, pero yo no tengo miedo porque soy re macho; nomás que no sé bien la técnica, no sé cuando conviene salir a cortarlo y cuando conviene quedarse abajo del travesaño.

Bueno, ya está por tocar el timbre del recreo así que termino la carta acá. Espero que te mejores pronto así volvés al cole y nos conocemos. Tomá mucha Seven!

Chau,

José


Yo no paraba de toser.

- Perdoná, pasa que no estoy acostumbrado al tabaco.
- Mejor caminemos, a ver si se te pasa.

Y eso hicimos, caminamos, mientras yo pensaba que por qué eso que tanto me había hecho toser se llamaría hachís y no cof, o cof-cof. Pero por suerte a las pocas cuadras se me pasó un poco la tos pero igual seguimos caminando. Sin darnos cuenta, nos fuimos metiendo nuevamente hacia la parte más céntrica de la ciudad; hacia adonde nos habíamos conocido, cuando todavía era de día.

Sólo frenamos cuando encontramos una heladería. Entramos directamente, sin siquiera preguntarnos si teníamos ganas. Los helados no estaban en tachos sino dispuestos en pequeñas bachas, a 45 grados, en frente nuestro, formando la frontera entre el heladero y nosotros. Por como yo contemplaba los distintos sabores, el heladero debió pensar que era la primera vez que yo entraba a una heladería; que en mi país de orígen algún régimen militar había abolido las cremas heladas cuando mi mamá estaba embarazada de mí, y si bien ella había tenido antojos de menta granizada un martes a las cuatro de la mañana y mi papá había recorrido todo el centro hasta que encontró un bar donde le vendieron un poco de vainilla y chocolate que eran los únicos sabores que tenían.

- Menta qué?
- Granizada. Es helado sabor menta pero con pedacitos de chocolate.
- Ah, chocolate sí tengo.
- No, no; pero es helado sabor chocolate y no el chocolate propiamente dicho. No es lo mismo...
- ...
- Bueno, dame vainilla y chocolate nomás.


Yo todavía estaba en la panza pero eso para él no contaba, porque yo no había tomado el helado directamente sino a través de un cordón umbilical.

- Bueno chavales, a ver si os decidís... o es que habeís venido a mirar los helados?

El heladero me despertó, pero no a ella. Parecía estarse imaginando que buceaba en un mar de helado de dulce de leche, con nuez. Metí la mano en mi bolsillo buscando monedas y me acordé de Flash, de Cruela, de sus dálmatas poliomelíticos. Me quedaba sólo una moneda de dos euros. Me alcanzaba para uno.

- ¿De qué lo querés, Cate?
- Frambuesa, claro...

Claro? Claro qué? pensé, mientras le repetía al heladero el nombre de la fruta que ella había decidido, tan claramente.

- Y el otro?
- No, sólo nos alcanza para un helado.
- El otro sabor, chaval.

Miré el cartel donde figuraban todos los gustos. Estaban ordenados alfabéticamente. Fui hasta la d. No había dulce de leche; mucho menos con nuez.

- Y a esto le llaman globalización…
- Qué sabor has dicho?
- Un segundo, ya le digo…

No reconocía ninguno de los sabores que no eran de fruta, salvo el chocolate o la crema americana. Recordé una vez que había entrado, en el mismo estado, a una heladería de La Cañada y le había preguntado a la cajera si la crema americana tenía sabor a América.
El chocolate me parece aburrido, mucho más la crema americana, pero estaba tan indeciso que no me animaba a arriesgarme a las otras. Pensé que tampoco tenía sentido pedir otro sabor a fruta. No en mi teoría del perfecto equilibrio y complementación entre el yin frutal y el yan cremoso.

- ¿Y de qué más, Cate?
- Frambuesa!
- Ya sé que frambuesa, pero no escuchaste al señor heladero? Son dos sabores.
- Frambuesa y frambuesa, entonces.

Al heladero la respuesta no le pareció graciosa. Eran ya más de las dos de la mañana y seguramente estaba esperando que nosotros decidiéramos los sabores de nuestros helados, para cerrar el negocio e irse a su casa, a dormir con su mujer que lo esperaba en la cama, acostada boca arriba para así poder sentir más la brisa del ventilador de techo que se habían comprado pensando que así sería menos duro el verano en una ciudad tan alejada del mar y de las gaviotas, como Madrid.

Salimos de la heladería y a los pocos minutos caminábamos sobre un gran puente; al final se veía la catedral iluminada. Parecía un palacio. Sentí que tenía que decir algo.

- Sabías que ahí se casó el príncipe?

El día que llegué, había pasado por ahí con el taxi que me tomé en el aeropuerto y el chofer me había dicho mientras manejaba:

- Mira. Esa es la catedral de la Almudena. Allí se casó el príncipe con Leticia. La familia real no estaba muy de acuerdo con la boda porque ella es periodista y no de la nobleza; pero supongo que el amor todo lo puede; o no chavalete? Allí en Sudamérica tienen reyes y eso?


- No, no sabía pero tampoco me interesa. Sabías para qué es esto?

me preguntó mientras daba golpecitos con el puño cerrado sobre unos enormes paneles de un vidrio muy grueso. Tenían más de dos metros de altura y cubrían, de punta a punta, el lateral del puente-avenida por el que caminábamos. Miré al otro costado, había otro igual, paralelo. Tenían el logo del Ayuntamiento de Madrid, esmerilado. Miré hacia abajo. No había un río sino otra inmensa avenida que cruzaba la que nosotros pisábamos, perpendicularmente, quince metros más abajo.

- Hay tanta gente que se suicida desde aquí que el Ayuntamiento ha decidido colocar estos paneles. Pero en realidad no los ponen para que la gente no se mate sino porque los que van por debajo tienen miedo que les caiga un cuerpo sobre su coche mientras conducen. Ya ha habido varios casos. Los compañías de seguros no se responsabilizan por los daños y las familias de los suicidas, menos. Los abogados de las familias han denunciado al Ayuntamiento, argumentando que la dirección de obras viales ha construido un puente que estimula las tendencias suicidas de los madrileños…

Mientras ella me seguía comentando el caso, con precisión monográfica, yo miraba la avenida de abajo. Observaba los autos pasar, intentando recordar alguna canción de Suicidal Tendencies; una banda californiana de los ochenta de la que supe ser fanático en mi período adolescente-hardcore y que hoy está tan venida a menos que tocaron en el último Cosquín Rock. Hacía poco había leído que el antiguo bajista tocaba ahora en Metallica.

Pensé que Metallica ya iba por su tercer bajista. Jason Newsted, el segundo, había entrado a mediados de los ochenta para remplazar a Cliff Burton, el bajista original que había muerto en un accidente que tuvo el bus de la banda en Suecia, en la primer gira europea de Metallica. Todos querían ir en el asiento que le había tocado al cantante porque era en el que más se podían estirar las piernas. Para no pelearse, decidieron echarlo a la suerte por las cartas. El que sacara la carta más alta elegiría primero. Cliff sacó el as de piqué y se quedó con el asiento tan disputado. Era de noche y todos dormían cuando el chofer perdió el control del bus y tras patinar, comenzó a dar vuelcos. Cliff fue el único que salió expulsado y el bondi le cayó encima, aplastándolo con uno de sus laterales. Cuando recobraron el conocimiento, todos comenzaron a buscar a Cliff. Bajaron del bus pensando que quizás él no habría perdido la consciencia como ellos y había bajado caminando, unicamente mareado y con algunos cortes superficiales. Pero no, afuera del bus tampoco estaba y el baterista gritó de golpe:

- Lo veo! Está ahí abajo! El ómnibus lo está aplastando! Hay que sacarlo ya!

Pero entre ellos, el manager y los técnicos eran apenas diez personas y encima heridas. No pudieron hacer nada y tuvieron que esperar a que llegara la grúa y una ambulancia. Todos tenían la esperanza de que no fuera demasiado tarde. Mientras la grúa levantaba el bus para sacar el cuerpo de Cliff y llevarlo al hospital, se cortó el cable y el óminbus volvió a caer sobre su cuerpo. Cuando finalmente el cantante pudo abrazar a su amigo y sintió que su corazón no latía, aparte de una terrible culpa por haberle cambiado el asiento, dejó el cuerpo rojo tendido en el suelo y fue corriendo a golpear al chofer. Sino lo paraban sus compañeros lo mataba. El chofer atribuía el accidente a unas placas de hielo que se habían formado en la ruta por el frío y que habían hecho patinar al ómnibus. Esa misma mañana el cantante recorrió caminando varios kilómetros de la ruta buscando las placas de hielo y no encontró nada.
La gira se suspendió y unos meses más tarde la banda decidió que debían seguir tocando, que así lo hubiera querido Cliff. Convocaron a una audición, un casting de bajistas; al que se presentó Jason. Era diez años más jóven que el resto de los integrantes y Metallica era, de hecho, su banda favorita. Le temblaron las manos cuando le tocó su turno y James Hetfield y Lars Ulrich le dijeron:

- A ver, muestranos que puedes hacer con ese puto bajo...

Pensé que quizás algo similar hubiera sentido Maradona cuando se puso la camiseta de Boca por primera vez, en un partido de local contra Talleres. Maradona tenía ya veintisiete años y se tuvo que infiltrar para jugar; estaba a un sesenta por ciento. Aún así, le convirtió dos goles, de penal, al Chocolate Baley.
Entonces vi al cantante de Suicidal Tendencies, con su pañuelo en la frente, tomando mate atrás del escenario con el Chocolate Baley, mirando los pescadores en sus botes sobre el San Roque intentando sacar algún pejerrey.

A pesar de la hora, realmente pasaban muchos autos. Me imaginé manejando un Taunus y que un tipo se me cayera sobre el capot; el ruido que haría, el cagaso que me pegaría. O ir en el Citroën 3 CV beige que me regaló papá cuando cumplí 18 y que cayera sobre el techo de lona, que directamente pasara adentro. Caería sentado sobre el asiento trasero y, sonriendo totalmente ileso, como un personaje de una película de Chaplin, me preguntaría:

- ¿Adónde vamos?

Estaba pensando que adonde le podría responder que íbamos cuando escuché que Caterina dijo, mirando el cielo, algo de conquistar el mundo.

-¿Cómo?
- Eso Juan; que las gaviotas quieren conquistar el mundo.


4 comentarios:

Pablo Natale dijo...

Este es el que más me gusta de los cuatro.
Me gusta el cierre, también la reacción del heladero.
En general, el personaje del narrador es raro, como si siempre estuviese pensando en otra cosa, y ya no estuviese ahí.
Pero claro: ya no está ahí.
El tiempo está deshecho, vuelto a armar, y desecho otra vez.

Devolved Stamm, te paso otro.
La comunidad de trueque de libros, V.C.P.

bzt: dijo...

por dio!!...que te pùso josecito en la carta!!? "hola chaval no te conozco, soy compañero tuyo, nuevo...asi que por mi que te cagues,pero va con onda"..aspero josesito..mote que lo llevaria a saber que su vocacion seria mezclar asperereza con cordialidad...por endes se hizo plomo de rock ...capaz en sus manos estubo la resposabilidad de buscar las cañas, alquilar el bote, cebarle mate y un poco de cof-cof al chocolate baley y al chango de suicidal...capaz se pregunte de vez en cuando que paso con el pibe de la bronquitis...
capaz...
boludo ... avisa lo de las gaviotas ....es seria la amenaza??
ce vemos hmno.
ce vemoz

g dijo...

a mi me habian dicho que las naranjas querian conquistar al mundo despues de pinki y cerebro... aunque pensandolo bien, puede haber complot entre esos criticos y las gaviotas.

que se yo. quedara mundo para conquistar aun?

jc dijo...

g: al heladero se le veia la raya del culo cuando se agachó a buscar el de frambuesa, q estaba más abajo. eso era raro. más raro q yo y eso me daba bronca. no te devuelvo ni mierda.

b: querés dejar de leerme la correspondencia? voy a tener q cerrar mi cuarto con llave?
josecito está de gira con S.T x el interior de Suriname. el chocolate baley toca la bata y hace algunos coros. se han hecho muy buenos amigos, ellos dos, y el cantante. esto me lo contó x carta, josecito. todavía nos escribimos.
espero q lo de las gaviotas sea menos traumático para nosotros q los murciélagos sobre johny deep rumbo a las vegas en el descapotable.

g: complot. q linda palabra. la voy a tener q usar en alguna parte de este relato. gracias, g, giengiera ge seas.